Evangelio según San Lucas 15,1-10.
Comentario por David Quiroa
“Se alegran los ángeles de Dios”
Los ángeles son seres muy poderosos e
inteligentes. Si los viéramos en todo su poder, nos parecerían dioses o al
menos superhéroes. ¿Por qué tendrían que
alegrarse de que un miserable pecador se convierta?
Porque los ángeles no pueden tomar
decisiones por su cuenta. Sólo el ser humano fue creado con la capacidad de
cambiar de opinión. Los demonios, que también fueron ángeles, ya decidieron ser
malos y así se quedarán. Los ángeles decidieron ser buenos y así se quedarán.
Nosotros podemos cambiar.
Por eso hay tanta alegría en el cielo
cuando un pecador se convierte. Porque en el fondo, no tendría por qué hacerlo.
Nadie lo obliga, no tiene “evidencias” de que existe un cielo, es sólo la fe lo
que lo sostiene. Cuando un pecador se convierte, el cielo se anota un gol.
Hoy recordamos a los padres de
Juan Bautista: San Zacarías y Santa Isabel eran fieles religiosos, pero en el fondo,
poco creyentes. Habían perdido la esperanza de tener hijos a su avanzada edad.
Y conciben a Juan, de quien el mismo Cristo dijo “no hay nadie más grande” (Lc 7,28).
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Evangelio según San Lucas 15,1-10.
Todos los publicanos y pecadores se
acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas
murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”.
Jesús les dijo entonces esta
parábola: “Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las
noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta
encontrarla?
Y cuando la encuentra, la carga sobre
sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y
vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me
había perdido”.
Les aseguro que, de la misma manera,
habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por
noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”.
Y les dijo también: “Si una mujer
tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y
busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas
y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me
había perdido”.
Les aseguro que, de la misma manera,
se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”.
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