viernes, 6 de noviembre de 2015

“¿Cuánto debes?” (Lc 16,1-8.)

Evangelio según San Lucas 16,1-8.      
Comentario por David Quiroa

“¿Cuánto debes?” 

Al leer la parábola del administrador deshonesto, fácilmente se nos pierde el mensaje central. Vemos a un tipo astuto, falsificando libros para congraciarse con la gente y un jefe algo bobo que lo alaba por esa actitud.

Lo que se nos pierde es que, literalmente, aquél hombre está “perdonando las deudas” y espera que así lo perdonen y lo reciban en la casa de los deudores.  Recordemos que Dios se identifica con “el más pequeño de mis hermanos” (Mt 25,40), de tal manera que cuando le pedimos al que nos ofende que nos reciba en su casa, es como si se lo pidiéramos a Dios.

Así que nuestra relación con Dios es mucho más compleja que encerrarse en el cuarto a orar a solas (Mt 6,6). Es eso, y además, está entretejida en nuestra relación con todas las personas que nos rodean. Si esa persona que nos ofendió llegara antes que nosotros al cielo, ¿cómo quisiéramos que nos recordara?


Hoy celebramos a San Leonardo de Noblac: Le rogó al rey el privilegio de poder liberar presos de la cárcel, que en aquél tiempo se usaba para obligar a pagar deudas, y así libró a muchos de la prisión.


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Evangelio según San Lucas 16,1-8.

Jesús decía a sus discípulos:

“Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes.

Lo llamó y le dijo: ‘¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto’.

El administrador pensó entonces: ‘¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!’.

Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’.

‘Veinte barriles de aceite’, le respondió.

El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez’.

Después preguntó a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’.

‘Cuatrocientos quintales de trigo’, le respondió.

El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y anota trescientos’.


Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.”

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