Evangelio según San Juan 18,33b-37.
Comentario por David Quiroa
“Mi realeza no es de este mundo”
Si alguien puso atención a estos
comentarios del Evangelio, una cosa que pasa con mucha frecuencia es que lo que
Cristo dice contradice directamente la lógica mundana. Nos manda ser los últimos si queremos ser los
primeros, nos dice que los pobres son bienaventurados, nos propone ocultar
nuestras buenas obras.
Así que no es raro que diga que es
rey, pero no como los de la tierra. No
es un rey que cobra impuestos en oro, no tiene ejércitos armados, no vive en
palacios lujosos ni hace banquetes exóticos. Más bien, todo lo contrario.
Hay algo muy especial en ese reino “fuera
de este mundo”. Es un reino donde cada uno de nosotros puede ser rey. ¿Ilógico? ¿Acaso no en los reinos mundanos
sólo hay un rey? ¿Por qué no habría de haber millones de reyes en Reino de
Dios?
Hoy celebramos a Cristo Rey: Cuando fuimos bautizados fuimos
ungidos como “sacerdotes, profetas y reyes”.
Aunque sólo algunos tienen el sacerdocio ministerial, pocos hacen
profecías espectaculares y ninguno de nosotros usa corona, todos los bautizados
tenemos el sacerdocio ordinario, todos podemos proclamar la Palabra de Dios y
todos somos, a nuestra manera, reyes del
universo.
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Evangelio según San Juan 18,33b-37.
Pilato volvió a entrar en el
pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.
Jesús le respondió: “¿Dices esto por
ti mismo u otros te lo han dicho de mí?”.
Pilato replicó: “¿Acaso yo soy judío?
Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo
que has hecho?”.
Jesús respondió: “Mi realeza no es de
este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio
habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza
no es de aquí”.
Pilato le dijo: “¿Entonces tú eres
rey?”.
Jesús respondió: “Tú lo dices: yo soy
rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la
verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz”.
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