Evangelio según San Lucas 19,45-48.
Comentario por David Quiroa
“Cueva de ladrones”
Hagamos a un lado los que se hacen
ricos con la fe, que para eso tenemos la canción de Arjona. Pensemos en los que no roban dinero, sino les
roban la fe y la esperanza a los demás. ¿No son esos peores ladrones que los
otros?
Porque el dinero se gana y se pierde,
no pasa nada. Pero cuando un “fiel” le impide a otro acercarse a la
misericordia divina, lo que se pierde es un alma, y esas ya no tienen repuesto.
Hablo específicamente de esos que se sientan en las bancas a juzgar a los
demás, a poner condiciones, a establecer prioridades, a decidir quién es “bueno”
y quién es “malo”.
Esos son peores ladrones que los
cambistas a los que sacó Jesús del templo a latigazos. Pero están tan bien
enquistados en sus posiciones, que están seguros que nadie los sacará de allí
nunca. Ojalá en eso también estén equivocados.
Hoy celebramos a San Rafael de
San José: De joven fue militar y alcanzó alto rango. Hasta que tuvo 42 años optó
por la vida religiosa, se hizo carmelita y fue por su ejemplo de virtud,
caridad y paz que San Juan Pablo II intentó dos veces volverse carmelita.
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Evangelio según San Lucas 19,45-48.
Jesús al entrar al Templo, se puso a
echar a los vendedores, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa será una casa de oración,
pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”.
Y diariamente enseñaba en el Templo.
Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban
la forma de matarlo.
Pero no sabían cómo hacerlo, porque
todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.
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