viernes, 20 de noviembre de 2015

“Cueva de ladrones” (Lc 19,45-48.)

Evangelio según San Lucas 19,45-48.
Comentario por David Quiroa

“Cueva de ladrones” 

Hagamos a un lado los que se hacen ricos con la fe, que para eso tenemos la canción de Arjona.  Pensemos en los que no roban dinero, sino les roban la fe y la esperanza a los demás. ¿No son esos peores ladrones que los otros?

Porque el dinero se gana y se pierde, no pasa nada. Pero cuando un “fiel” le impide a otro acercarse a la misericordia divina, lo que se pierde es un alma, y esas ya no tienen repuesto. Hablo específicamente de esos que se sientan en las bancas a juzgar a los demás, a poner condiciones, a establecer prioridades, a decidir quién es “bueno” y quién es “malo”.

Esos son peores ladrones que los cambistas a los que sacó Jesús del templo a latigazos. Pero están tan bien enquistados en sus posiciones, que están seguros que nadie los sacará de allí nunca. Ojalá en eso también estén equivocados.


Hoy celebramos a San Rafael de San José: De joven fue militar y alcanzó alto rango. Hasta que tuvo 42 años optó por la vida religiosa, se hizo carmelita y fue por su ejemplo de virtud, caridad y paz que San Juan Pablo II intentó dos veces volverse carmelita.

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Evangelio según San Lucas 19,45-48.

Jesús al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”.

Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.


Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.

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