martes, 3 de noviembre de 2015

“Aún sobra lugar” (Lc 14,15-24.)

Evangelio según San Lucas 14,15-24.
Comentario por David Quiroa

“Aún sobra lugar”

En la lista de santos canonizados por la Iglesia hay unos seis mil. Con eso no se llena ni un estadio pequeño. Aunque metiéramos a la lista a todos los que murieron siendo buenos y a los que no siendo buenos de todas maneras no merecen el infierno, todavía sobraría lugar en el cielo.

Si todas las personas que viven hoy y todas las que ya murieron, más todas las que falta que sean concebidas llegaran al cielo, aun así sobraría lugar.

Por eso la Iglesia, que hace el papel del sirviente de la parábola de hoy, se mantiene haciendo un llamado universal a la santidad. La santidad no es para esos pocos que ya sabemos con certeza que están allá. Es para usted y para mí, para todos. ¿A quién se le ocurre poner excusas ante una invitación tan generosa?


Hoy celebramos a San Martín de Porres: Este es uno de esos santos “poco convencionales”. Pobre, sin instrucción y sin órdenes sagradas. Mulato, barbero, enfermero y barrendero.  Pero con una fe tan grande que los milagros le salían como a una tortillera las tortillas.

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Evangelio según San Lucas 14,15-24.

En aquel tiempo:

Uno de los invitados le dijo: “¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!”.

Jesús le respondió: “Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: ‘Vengan, todo está preparado’.

Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes’.

El segundo dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes’.

Y un tercero respondió: ‘Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir’.

A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: ‘Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos’.

Volvió el sirviente y dijo: ‘Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar’.


El señor le respondió: ‘Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena’”.

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