Evangelio según San Lucas 13,31-35.
Comentario por David Quiroa
“¡Tú no quisiste!”
¿Será posible que uno no quiera
salvarse? Increíble, pero sí. Jesús
recrimina a la ciudad de Jerusalén, símbolo del pueblo judío, por rechazar Su
evangelio. Pero también nos recrimina a
nosotros cuando rechazamos los miles de oportunidades que nos da para alcanzar
la vida eterna.
¿Cuántas veces hemos dejado pasar la
oportunidad de confesarnos? ¿Cuántas
veces decimos “sobra tiempo, ya me arrepentiré cuando sea viejo”? ¿Cuántas
veces dejamos de hacer el bien porque “no nos nace”?
A nosotros Jesús nos dice “¡tú no
quisiste!”. Y qué bueno que nos lo dice
ahora, que estamos a tiempo. Mañana puede ser demasiado tarde.
“Ahora y en la hora de nuestra
muerte”: ¿Por qué tanta repetición de esta
frase en el Rosario? Por eso, porque uno
nunca sabe cuándo le tocará morir. Le repetimos confiadamente a Nuestra Señora
que se acuerde de nosotros en ese momento crítico, pero también ahora, que es
el tiempo de la conversión.
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Evangelio según San Lucas 13,31-35.
En ese momento se acercaron algunos
fariseos que le dijeron: “Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte”.
Él les respondió: “Vayan a decir a
ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al
tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado,
porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a
los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir
a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no
quisiste!
Por eso, a ustedes la casa les
quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en
que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”.
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