Evangelio según San Lucas 14,1-6.
Comentario por David Quiroa
“¿Acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?”
Las prioridades que nos ponemos los
humanos son, por decirlo suavemente, un poco extrañas. Para los judíos no trabajar en sábado era
sacratísimo, estaban dispuestos a morir por eso PERO un asno en un pozo era
suficiente para hacerlos faltar a la norma del sábado.
Hoy nosotros no hacemos tanto escándalo
por el descanso semanal, pero sin duda tenemos nuestras prioridades sagradas:
el partido de fut, el fiambre este
domingo, el baby shower de la Titi y
la boda de los Rivadeneira.
Pero a la hora de hacer el bien, lo
vamos dejando para cuando estemos más desahogados. Responder la llamada del
amigo que necesita ayuda urgentemente, otro día. Ponernos en paz con Dios,
cuando seamos viejitos.
Lo único malo es que nos puede pasar lo mismo
que al asno. Si lo dejan en el pozo “para después”, a lo mejor ya es demasiado
tarde.
Dos excusas comunes para no rezar el
Rosario: “No me nace” y
“no tengo tiempo”. Que le nazca es muy
difícil. Hay disciplinas a las que uno se tiene que obligar, como cepillarse
los dientes. Lo del tiempo no vale. El
Rosario se puede rezar muy fácil en los tiempos muertos y aburridos, mientras
manejamos o vamos en el bus y mientras tratamos de quedarnos dormidos, por
ejemplo.
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Evangelio según San Lucas 14,1-6.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos.
Ellos lo observaban atentamente.
Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía.
Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: “¿Está permitido
curar en sábado o no?”.
Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo,
lo curó y lo despidió.
Y volviéndose hacia ellos, les dijo: “Si a alguno de ustedes se le cae en
un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?”.
A esto no pudieron responder nada.
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