Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.
Comentario por David Quiroa
“Si no cambian, no entrarán al Reino”
¿A qué viene esa terquedad con el
cambio? Si yo soy bueno ¿por qué tengo que cambiar? ¿Acaso no está bien nada de
lo que estoy haciendo?
Así como las cosas tienen la
tendencia a caer, el ser humano tiene la tendencia a aferrarse a la tierra. Por
muy buena y santa que sea una persona, siempre tiene alguna debilidad que le
impide remontarse hacia el cielo. Por eso existe el llamado constante a la
conversión.
No se trata de que uno se desanime y
crea que no hace nada bien. Es que hay que mantenerse atento y no dejar que
esas ataduras terrenales nos atrapen. Uno es como un pañal: tiene que cambiarse
constantemente y por la misma razón.
Hoy recordamos a los Ángeles
Custodios: Esto es un caso real. Un amigo mío, bajito, delgado y para nada
amenazante, iba en un bus cuando entraron a asaltar dos personas. Los dos
hombres se sentaron atrás de mi amigo y él claramente escuchó cómo amartillaban
un arma y se la apuntaban a la cabeza. De pronto uno le dijo al otro: “¿Y este
quién es?” El otro contestó “No sé, pero no quiero meterme en problemas”.
Llenos de miedo, se bajaron del bus y ni siquiera se llevaron el dinero de mi
amigo. Ese fue un acto de un ángel custodio.
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Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.
En aquel momento los discípulos se
acercaron a Jesús para preguntarle: “¿Quién es el más grande en el Reino de los
Cielos?”.
Jesús llamó a un niño, lo puso en
medio de ellos y dijo: “Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen
como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño
como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños
en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera
de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están
constantemente en presencia de mi Padre celestial.”
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