Evangelio según San Marcos 10,35-45.
Comentario por David Quiroa
“El que quiera ser primero, que se
haga servidor”
A una semana de la segunda vuelta
electoral aquí en Guatemala, estas palabras suenan extrañas. Nadie en su ‘sano
juicio’ se pondría a lavarles los pies a los pobres con la intención de volverse
grande. Al contrario, entre mayor sea ‘la rosca’ de colaboradores sobre los
cuales pararse para subir, mejor para el político.
Pero a nosotros, los cristianos, no
debería importarnos el poder temporal ni la gloria mundana. Vamos detrás de
algo más grande, de una felicidad completa, de una gloria eterna. Y allá arriba
sí vale eso de lavar pies y servir a los demás.
¿Por qué? Porque es lo que hizo Dios. No vino a ser
servido, sino a servir. Ese es el tipo de colaboradores que busca; los que
pudiendo tener gloria y poder, los desprecian para ser servidores de los demás.
Para ellos es el Reino. Ojalá podamos decir “para nosotros”.
Hoy celebramos a San Lucas,
Evangelista: El relato de Lucas inicia con la Anunciación y termina con la
predicación a los paganos en la isla de Malta (Hechos 28). En su primer
capítulo encontramos las palabras que repetimos en la primera parte del
avemaría. Por eso el Rosario completo es un compendio del Evangelio que
recordamos íntegro cada semana.
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Evangelio según San Marcos 10,35-45.
Santiago y Juan, los hijos de
Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas
lo que te vamos a pedir”.
El les respondió: “¿Qué quieren que
haga por ustedes?”.
Ellos le dijeron: “Concédenos
sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”.
Jesús les dijo: “No saben lo que
piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo
recibiré?”.
“Podemos”, le respondieron.
Entonces Jesús agregó: “Ustedes
beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto
a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que
esos puestos son para quienes han sido destinados”.
Los otros diez, que habían oído a
Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes
saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones
como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre
ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se
haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor
de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no
vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una
multitud”.
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