Evangelio según San Marcos 10,2-16.
Comentario por David Quiroa
“Dejen que los niños se acerquen”
Jesús nos habla hoy del divorcio y
termina hablando de los niños. ¿Qué relación tienen las dos cosas? El egoísmo.
Hoy día las parejas, casadas o no,
prefieren no tener hijos por muchas razones. Pero en el fondo la razón es una:
egoísmo. No es que estemos pensando en que los niños no vengan a sufrir a este
mundo, estamos pensando en que YO no tenga que sufrir compartiéndole a mis
hijos –o a mi pareja– lo que es MÍO.
Cuando decimos que el matrimonio es
una entrega, no hablamos nada más de un asunto sexual. Es una entrega del “yo”
a favor del “nosotros”. Es un pésimo negocio, porque se entrega todo y no se
recibe nada, excepto por un pequeñísimo detalle: Si no recibimos a los niños –y
a la pareja–, no recibiremos a Dios.
San Francisco de Asís y el
Rosario: Francisco no conoció el Rosario, pero hacía algo muy parecido. Predicaba
por medio de alabanzas, buscando que los demás lo imitaran. El Rosario es eso:
Una serie de alabanzas a Dios que mueven a quien lo reza y quien lo escucha a
honrar al Ser Supremo.
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Evangelio según San Marcos 10,2-16.
Se acercaron algunos fariseos y, para
ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: “¿Es lícito al hombre
divorciarse de su mujer?”.
El les respondió: “¿Qué es lo que
Moisés les ha ordenado?”.
Ellos dijeron: “Moisés permitió
redactar una declaración de divorcio y separarse de ella”.
Entonces Jesús les respondió: “Si
Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes.
Pero desde el principio de la
creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a
su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos,
sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”.
Cuando regresaron a la casa, los
discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
Él les dijo: “El que se divorcia de
su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se
divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”.
Le trajeron entonces a unos niños
para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les
dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino
de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el
Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.
Después los abrazó y los bendijo,
imponiéndoles las manos.
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