Evangelio según San Marcos 9,38-43.45.47-48.
Comentario por David Quiroa
“No es de los nuestros”
En la práctica, ¿cuál es la verdadera
diferencia entre los católicos y otras denominaciones cristianas? ¿Las imágenes? ¿El culto a María? ¿La
confesión?
En realidad es algo muy simple: nosotros
sabemos más. No es un gran mérito ni se
debe a nosotros, los de ahora. Es que llevamos 20 siglos estudiando lo mismo… ¡algo
se nos tiene que haber quedado! Otros apenas llevan unos pocos años,
eventualmente sabrán lo mismo y se unirán a nosotros.
Así como los apóstoles con ese que
expulsaba demonios, el Señor nos manda no despreciar a otros que hablan en Su
nombre. Ciertamente no llevan tanto rato con el Señor como nosotros, pero no
son enemigos: más bien, todo lo contrario.
El ejemplo de hoy, San Vicente de Paúl: En su tiempo no habían sectas, sino simplemente
la gente se olvidaba de la fe. Con infinita paciencia él formó misiones para
atender a los alejados, logrando muchas conversiones.
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Evangelio según San Marcos 9,38-43.45.47-48.
Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en
tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”.
Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro
en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de
agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe,
sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo
arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar
en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale
entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale
entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a
la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
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