Evangelio según San Lucas 8,19-21.
Comentario por David Quiroa
“Los que escuchan y practican”
La palabra de Dios es poderosa. Pero
no basta con escucharla y repetirla como loro: hace falta ponerla en práctica.
Es como si uno quisiera ganar
musculatura comprando un juego de pesas, pero sin usarlo nunca. De nada vale tener la máquina de ejercicios
más sofisticada del mundo, si la usamos para tender ropa. En cambio, uno puede lograr un cuerpazo de
gimnasio con un bote de cemento, si lo usa.
Lo mismo pasa con el Evangelio.
Alguien puede saberse la Biblia de memoria con capítulos, versículos y
concordancias, pero si nunca le ha dado ni un vaso de agua a alguien, no es
cristiano para nada. Y otra persona
podrá ser analfabeta y no conocer ni un versículo entero, pero si se porta como
Dios manda, ese es padre, hijo y hermano de Jesús.
El ejemplo de hoy, San Ignacio
de Santhiá: Ordenado sacerdote con honores, se esperaba de él una luminosa carrera
eclesiástica. La cambio por el servicio humilde a los más pobres.
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Evangelio según San Lucas 8,19-21.
Su madre y sus hermanos fueron a
verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
Entonces le anunciaron a Jesús: “Tu
madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte”.
Pero él les respondió: “Mi madre y
mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.
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