martes, 18 de agosto de 2015

“¿Qué nos tocará a nosotros?” (Mt 19,23-30.)

Evangelio según San Mateo 19,23-30.   
Comentario por David Quiroa

“¿Qué nos tocará a nosotros?” 

No se puede negar la naturaleza humana. Y quién mejor para saberlo que el que nos creó y nos hizo tal y como somos. Nadie, ni siquiera los apóstoles, hace nada sin esperar algo a cambio. Y Dios lo sabe.

Lo único que nos pide el Señor, como cualquier padre que quiere a sus hijos, es que retrasemos nuestra gratificación para recibir algo mejor en el futuro. Tener padres, hijos y hermanos no tiene nada de malo. Dios solo nos pide dejarlos para tener cien veces más.

Al igual que aquí en la tierra, la recompensa viene en la medida del sacrificio que hacemos. Y el sacrificio está en la medida de nuestras posibilidades. Dios sabe bien lo que podemos y lo que no podemos hacer, sólo nos pide hacer todo lo posible, nada más.


El ejemplo de hoy, Santa Elena: Elena fue la madre de Constantino y por él se convirtió al cristianismo a avanzada edad. Se hizo inmensamente devota  y aunque era emperatriz del mundo, se consideraba servidora de los servidores de Dios.

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Evangelio según San Mateo 19,23-30.

Jesús dijo entonces a sus discípulos: “Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos”.

Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”.

Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible”.

Pedro, tomando la palabra, dijo: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?”.

Jesús les respondió: “Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.


Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.

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