miércoles, 19 de agosto de 2015

“¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?” (Mt 20,1-16a.)

Evangelio según San Mateo 20,1-16a.
Comentario por David Quiroa

“¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?” 

Según la “teología de la prosperidad” propagada por algunas sectas, si uno se porta bien va a tener mucho dinero. Y si se porta mejor, mucho más. Y por eso creen que si el pastor tiene varios automóviles del año, es porque es una persona “muy buena”.

Es todo lo contrario a lo que dice el Evangelio.  Dios le da a cada uno lo que Él considera justo. Ser pobre no es ser malo ni ser rico es ser bueno. De hecho, en otra parábola, el Señor otorga riquezas a quien está condenado al infierno (Lc 16, 19-31).

No hay que caer en la trampa de esperar del Señor más de lo que Él nos ha prometido: el perdón de los pecados y la vida eterna. Los denarios de este mundo no significan nada.

El ejemplo de hoy, San Juan Eules: Enseñaba a tener confianza en el amor de Cristo, representado en los sagrados corazones de Jesús y María.

-------
Evangelio según San Mateo 20,1-16a.
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.

Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’.

Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?’.

Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’.

Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.

Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.

Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’.

El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti.


¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».

No hay comentarios:

Publicar un comentario