Evangelio según San Juan 6,24-35.
Comentario por David Quiroa
“¿Qué debemos hacer?”
Uno quisiera una respuesta
complicada. Que Dios nos diera una larga lista de instrucciones que nos fueran
diciendo paso por paso qué hacer para cumplir con Sus deseos. Pero su respuesta
es simple: creer.
“El que viene a mí jamás tendrá
hambre, el que cree en mí jamás tendrá sed”. ¿Será posible? ¿No hay que hacer pases mágicos, rituales
complicados, sacrificios extraordinarios? No. Basta creer. Algo tan fácil y nos
cuesta tanto hacerlo.
Creer es como dar un salto al vacío.
Una vez que lo hacemos, nos lleva la gravedad hacia el destino final. A
diferencia del salto al vacío, creer nos lleva a la Vida, con mayúscula. Es tan
fácil.
Hoy se celebra la Porciúncula: Una gran oportunidad para obtener indulgencia
plenaria. Con instrucciones sencillas, paso por paso: Confesión, oír Misa,
comulgar. ¿De verdad eso nos quita el Purgatorio? Sí. Basta creer.
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Evangelio según San Juan 6,24-35.
Cuando la multitud se dio cuenta de
que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a
Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla, le
preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”.
Jesús les respondió: “Les aseguro que
ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta
saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece
hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien
Dios, el Padre, marcó con su sello”.
Ellos le preguntaron: “¿Qué debemos
hacer para realizar las obras de Dios?”.
Jesús les respondió: “La obra de Dios
es que ustedes crean en aquel que él ha enviado”.
Y volvieron a preguntarle: “¿Qué
signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros
padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de
comer el pan bajado del cielo”.
Jesús respondió: “Les aseguro que no
es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del
cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo”.
Ellos le dijeron: “Señor, danos
siempre de ese pan”.
Jesús les respondió: “Yo soy el pan
de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá
sed.
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