lunes, 3 de agosto de 2015

“No tenemos más que cinco panes y dos pescados” (Mt 14,13-21.)

Evangelio según San Mateo 14,13-21.     
Comentario por David Quiroa

“No tenemos más que cinco panes y dos pescados” 

No sé si a usted le haya pasado, pero hay días en los que uno no tiene ni cinco panes en la casa.  Y de alguna manera, no sabemos cómo, alcanza y todavía sobra.

Para muchos que vivimos con el presupuesto apretado, el milagro de la multiplicación de los panes se repite cada día, pero sólo cuando tenemos fe. Cuando sacamos la calculadora para comprobar si nos va a alcanzar para llegar a fin de mes, las cuentas no salen y la escasez llega.

Se pueden dar muchas explicaciones racionales a este fenómeno. Que cuando uno es pobre comparte más, que uno se satisface viendo comer a los hijos y no le importa quedarse con hambre… miles de explicaciones. Pero lo cierto es que Dios provee. No sabemos cómo, pero lo hace.


Beato Agustín Kazotic: Llegaba tanta gente a verlo para curarse, que se inventó que un limonero de su jardín tenía más propiedades que él para curar las enfermedades. Dios le tomó la palabra, y el limonero se tornó milagroso.

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Evangelio según San Mateo 14,13-21.

Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.

Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.

Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: “Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos”.

Pero Jesús les dijo: “No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos”.

Ellos respondieron: “Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados”.

“Tráiganmelos aquí”, les dijo.

Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.


Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

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