sábado, 29 de agosto de 2015

“No te es lícito tener a la mujer de tu hermano” (Mt 6,17-29.)

Evangelio según San Marcos 6,17-29.
Comentario por David Quiroa

“No te es lícito tener a la mujer de tu hermano” 

Se acerca la segunda parte del Sínodo por la Familia, y el tema más candente que se discute es sobre el divorcio.  ¿Es lícito?

San Juan Bautista dio una respuesta contundente. No. Y dio la vida por eso.

La única manera de comprender la magnitud del problema que se discute es partiendo de esta base: no es lícito, no está bien. Ciertamente que Dios se da la maña para sacar bien del mal, pero eso no significa que esté bien. Está mal.

Una vez que comprendemos el error inicial, es posible remediarlo, aliviarlo o sobrevivir con él. Lo que no se puede es decir que está bien lo que está mal, porque aceptar lo malo como bueno, origina maldades. Reconocer lo malo como malo, puede traer mucho bien.

Hoy recordamos el martirio de San Juan Bautista: Admirado por muchos, desde Herodes hasta Jesús, Juan se mantuvo firme en su fe hasta la muerte.  Lo reverenciamos como el último profeta del Antiguo Testamento y el primero del Nuevo.

-------
Evangelio según San Marcos 6,17-29.

Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.

Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”.

Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.

Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.

La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”.

Y le aseguró bajo juramento: “Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”.

Ella fue a preguntar a su madre: “¿Qué debo pedirle?”.

“La cabeza de Juan el Bautista”, respondió esta.

La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: “Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”.

El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.

El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.


Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario