Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23. Comentario por David Quiroa
“Dejan el mandamiento por seguir la tradición”
Aquí tenemos un tema complicado.
Generalmente las tradiciones, sobre todo las religiosas, son buenas. Pero no
siempre. Y ese es el momento de por el mandamiento por encima de la tradición.
Un ejemplo actual son los padrinos de
bautizo. Tradicionalmente era bueno tener padrinos, porque se trataba de gente
honesta y cristiana que realmente se preocupaban por el ahijado. Hoy día se
eligen padrinos por quedar bien, por recibir un buen regalo o por puro
compromiso. Así, es mejor no tener padrinos.
La tradición de los padrinos es buena.
Pero no es un mandamiento. Lavarse las manos antes de comer es bueno, pero no
es un mandamiento. Que las tradiciones
no nos dejen sin comer, ni tampoco sin los sacramentos.
El ejemplo de hoy, Beato Shuster: Entre sus muchas obras, conmovía su forma de
celebrar la Misa. Con respeto a las normas, pero a la vez con una
espiritualidad tan grande que impactaba a quien lo mirabal.
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Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23.
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a
Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es
decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse
antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al
volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay
muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado
de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus
discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino
que comen con las manos impuras?”.
El les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el
pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su
corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos
humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición
de los hombres”.
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y
entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace
impuro es aquello que sale del hombre.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las
malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los
adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la
envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al
hombre”.
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