domingo, 30 de agosto de 2015

“Dejan el mandamiento por seguir la tradición” (Mc 7,1-8.14-15.21-23.)

Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23. Comentario por David Quiroa

“Dejan el mandamiento por seguir la tradición” 

Aquí tenemos un tema complicado. Generalmente las tradiciones, sobre todo las religiosas, son buenas. Pero no siempre. Y ese es el momento de por el mandamiento por encima de la tradición.

Un ejemplo actual son los padrinos de bautizo. Tradicionalmente era bueno tener padrinos, porque se trataba de gente honesta y cristiana que realmente se preocupaban por el ahijado. Hoy día se eligen padrinos por quedar bien, por recibir un buen regalo o por puro compromiso. Así, es mejor no tener padrinos.

La tradición de los padrinos es buena. Pero no es un mandamiento. Lavarse las manos antes de comer es bueno, pero no es un mandamiento.  Que las tradiciones no nos dejen sin comer, ni tampoco sin los sacramentos.


El ejemplo de hoy, Beato Shuster: Entre sus muchas obras, conmovía su forma de celebrar la Misa. Con respeto a las normas, pero a la vez con una espiritualidad tan grande que impactaba a quien lo mirabal.

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Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23.
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.

Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.

Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”.

El les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”.

Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien.

Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.

Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.


Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”.

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