jueves, 27 de agosto de 2015

“Estén prevenidos” (Mt 24,42-51.)

Evangelio según San Mateo 24,42-51.
Comentario por David Quiroa

“Estén prevenidos” 

Para seguir con el tema de la semana, haga esta prueba. Imagínese que hoy tiene que morir y entregarle cuentas al Señor. ¿Estaría tranquilo y satisfecho con lo que ha hecho últimamente?

No se trata de pasar la vida angustiado y con temor al Juicio Final, sino más bien todo lo contrario. Vivir sin temor significa no deberle nada a nadie, estar en paz con Dios y con los hombres y saber que hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos por ser buenos, aunque hayamos fallado muchas veces.

Estar prevenidos para ese día inevitable que tendremos que entregar cuentas no es salir hoy a la carrera a ordenar nuestra vida, sino empezar a vivirla correctamente a partir de este instante. Si nos hemos equivocado, tenemos la confesión para darle borrón y cuenta nueva a la vida. Y a partir de hoy, esperar el regreso del Señor.

El ejemplo de hoy, Santa Mónica: Madre de San Agustín, el mayor sacrificio de su vida fue soportar por 30 años el mal genio de su marido. Al final logró convertirlo y también a su suegra, fruto de sus oraciones y sacrificios.

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Evangelio según San Mateo 24,42-51.

Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.

Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.

¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?

Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.


Pero si es un mal servidor, que piensa: ‘Mi señor tardará’, y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

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