Evangelio según San Mateo 24,42-51.
Comentario por David Quiroa
“Estén prevenidos”
Para seguir con el tema de la semana,
haga esta prueba. Imagínese que hoy tiene que morir y entregarle cuentas al
Señor. ¿Estaría tranquilo y satisfecho con lo que ha hecho últimamente?
No se trata de pasar la vida
angustiado y con temor al Juicio Final, sino más bien todo lo contrario. Vivir
sin temor significa no deberle nada a nadie, estar en paz con Dios y con los
hombres y saber que hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos por ser
buenos, aunque hayamos fallado muchas veces.
Estar prevenidos para ese día
inevitable que tendremos que entregar cuentas no es salir hoy a la carrera a
ordenar nuestra vida, sino empezar a vivirla correctamente a partir de este
instante. Si nos hemos equivocado, tenemos la confesión para darle borrón y
cuenta nueva a la vida. Y a partir de hoy, esperar el regreso del Señor.
El ejemplo de hoy, Santa Mónica: Madre de San Agustín, el mayor sacrificio de
su vida fue soportar por 30 años el mal genio de su marido. Al final logró
convertirlo y también a su suegra, fruto de sus oraciones y sacrificios.
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Evangelio según San Mateo 24,42-51.
Estén prevenidos, porque ustedes no
saben qué día vendrá su Señor.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa
supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría
perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados,
porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel
y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para
distribuir el alimento en el momento oportuno?
Feliz aquel servidor a quien su
señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará
administrador de todos sus bienes.
Pero si es un mal servidor, que
piensa: ‘Mi señor tardará’, y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a
beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo
castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá
llanto y rechinar de dientes.
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