Evangelio según San Mateo 22,34-40.
Comentario por David Quiroa
“Amarás al Señor, tu Dios”
Se le presenta a Jesús la oportunidad
de dejar las cosas claras. Le preguntan “¿cuál es el mandamiento más grande?” y
Él no contesta “no matarás”, no dice “obedecerás la Ley” ni dice “descansarás
en sábado”. Dice “amarás al Señor”. ¿Por
qué amar y no obedecer?
Como todos los enamorados saben,
cuando uno ama a alguien, no necesita que lo manden: uno obedece por gusto
hasta el más insignificante capricho de la persona amada. Es más, ni siquiera
se necesita que sea persona, como podrán atestiguar los amantes de los perros o
de los gatos. Al minino se le dan todos los gustos posibles, sin que tenga ni
siquiera que pedirlos.
Amar es un mandamiento que contiene
todos los mandamientos existentes y todos los que pudieran inventarse. Si uno
logra amar, de veras amar a Dios, o aunque sea al prójimo, no necesita saberse
ninguna otra ley.
El ejemplo de hoy, San Pío X: Papa electo en 1903, enfrentó el cambio de los
tiempos de su época con una actitud renovadora en Cristo. Fue el creador del
primer catecismo universal e impulsor de que los niños recibieran la Primera
Comunión a los 7 años.
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Evangelio según San Mateo 22,34-40.
Cuando los fariseos se enteraron de
que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de
ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más
grande de la Ley?”.
Jesús le respondió: “Amarás al Señor,
tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es
el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y
los Profetas”.
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