viernes, 31 de julio de 2015

“¿No es el hijo del carpintero?” (Mt 13,54-58.)

Evangelio según San Mateo 13,54-58.
Comentario por David Quiroa

“¿No es el hijo del carpintero?” 

Y si lo fuera, ¿qué?  ¿No puede el hijo del carpintero, del albañil y del empresario ser santo?  Jesús nunca se puso a discutir con los que criticaban su humilde origen, porque Él sabe que no importa de dónde venga uno sino hacia dónde vaya.

Cuando el Señor perdona, no anda fijándose en el terrible camino que uno tuvo que recorrer para llegar al confesionario, sólo le importa que no volvamos a pecar. El no se fija en los pecados de los padres, mucho menos en sus profesiones. Le interesa uno, su voluntad y nada más.

Por despreciar a la Sagrada Familia, los nazarenos se perdieron de conocer al Único Dios. Que no nos pase a nosotros, por despreciar al carpintero.


El ejemplo de hoy, San Ignacio de Loyola: Soldado de profesión, una herida le hizo cambiar su vida y fundar la Compañía de Jesús como un ejército, obediente al Papa y presto a salir a luchar por Cristo a cualquier lugar.

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Evangelio según San Mateo 13,54-58.

Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados.

“¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros?
¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas?

¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?”.

Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia”.


Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.

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