miércoles, 15 de julio de 2015

“Nadie conoce al Padre sino el Hijo” (Mt 11,25-27.)

Evangelio según San Mateo 11,25-27.  
Comentario por David Quiroa

“Nadie conoce al Padre sino el Hijo” 

De acuerdo al libro del P. Fortea (“Historia del Mundo Angélico”, Ed. Dos Latidos, España, 2012), comprender la mente de un ángel resultaría imposible para nosotros, porque son millones de veces más sofisticadas que las nuestras.  Y aun así, la mente de Dios es inalcanzable hasta para los ángeles.

Uno no puede presumir de conocer a Dios, es literalmente imposible. Pero es posible conocer fragmentos infinitesimales de Él, a través de la fe que nos da Cristo. No llega ni siquiera a ser un vistazo de la grandeza de Dios, apenas es una idea lejana de que es Él quien todo lo controla.

Por eso se nos pide creer y no tratar de comprender. Si creemos y Jesús quiere, Dios se nos revela hasta donde podemos entender.


El ejemplo de hoy, San Buenaventura: Distinguido teólogo, sabía separar lo esencial de lo superficial. Y en su vida pública se comportaba con la mayor humildad.

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Evangelio según San Mateo 11,25-27.

Jesús dijo:

“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.

Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.”

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