Evangelio según San Mateo 11,28-30.
Comentario por David Quiroa
“Mi carga es liviana”
Les voy a ser honesto: no parece.
Cuando uno se echa encima la carga de este mundo pecador, pareciera muy
pesada. Pero hay algo que cuesta tomar
en cuenta: que Él lleva la mayor parte, por no decir casi todo.
Tratar de ser bueno en este mundo es
muy difícil. Se sufren desprecios, humillaciones y pobreza. Pero antes, Él fue
más despreciado, más humillado y más pobre.
Lo que uno tampoco se da cuenta, es
que la carga de ser malo es mayor.
Siendo bueno, uno duerme tranquilo. Pobre, pero tranquilo. Siendo malo,
uno podrá tener todas las comodidades, pero no duerme en paz, se levanta con
zozobra y no puede confiar en nadie. El
pobre confía en todos, porque no tiene nada que perder. El que obtuvo su
riqueza con engaños no puede confiar en nadie.
Hoy recordamos a la Virgen del Carmen:
El monte
Carmelo en Palestina ha sido símbolo de la presencia de Dios desde tiempos del
profeta Elías. Se asocia con la orden carmelita, que a su vez transmite su carisma
a través del escapulario: un recuerdo de ser bueno, para obtener las gracias de
Dios a la hora de la muerte.
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Evangelio según San Mateo 11,28-30.
Jesús tomó la palabra y dijo:
“Vengan a mí todos los que están
afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y
aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán
alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.”
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