miércoles, 22 de julio de 2015

“Mujer, ¿Por qué lloras?” (Jn 20,1-2.11-18.)

Evangelio según San Juan 20,1-2.11-18.
Comentario por David Quiroa

“Mujer, ¿Por qué lloras?” 

¿Por qué lloramos?  Generalmente porque las cosas no salieron como esperábamos, para bien o para mal.  El niño llora cuando le quitan su carrito, la mamá llora cuando la niña hace su primer recital. Los dos esperaban algo distinto y al verlo realizado de otra manera, rompen a llorar.

Muchas veces lloramos al ver el resultado de los planes de Dios, porque nunca son como esperábamos: son mucho mejores. Magdalena esperaba ver el cadáver de Jesús y se lo encontró vivo, nosotros pedimos dinero y nos encontramos con felicidad.

No hay que tener pena ni vergüenza cuando se nos saltan las lágrimas al reconocer a Dios detrás de cada circunstancia de la vida. Esas lágrimas nos acercan más a Él.


Hoy celebramos la memoria de Santa María Magdalena: Magdalena, la gran pecadora, fue premiada por Dios con ser la primera en ver a Cristo Resucitado. No por haber sido muy buena, sino por haber amado mucho.

------------



Evangelio según San Juan 20,1-2.11-18.

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.

Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.

María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro.

Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.

Ellos le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?”.

María respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”.

Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.

Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”.

Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”.

Jesús le dijo: “¡María!”.

Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: “¡Raboní!”, es decir “¡Maestro!”.

Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes’“.


María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario