Evangelio según San Mateo 9,32-38.
Comentario por David Quiroa
“La cosecha es abundante”
Desde muy antiguo hasta la fecha,
siempre ha hecho falta gente que hable de Dios a los demás. Y aunque ahora sufrimos de una escasez de
sacerdotes, no siempre fue así y de todas maneras hacían falta “obreros para la
cosecha”.
El problema no es solo que se trate
de un trabajo duro y muy sacrificado. Es que las personas todo el tiempo nos la
pasamos alejándonos de las enseñanzas de Dios y hay que perder mucho tiempo
llevando a las ovejas al redil.
El que trabaja para llevar almas
hacia Dios tiene siempre mucho qué hacer y raras veces se lo agradecemos.
El ejemplo de hoy, San Maél Ruáin: Fundador de un monasterio en Irlanda, no
sabríamos nada de él si no hubiera sido por un alumno suyo que se detuvo a
escribir sobre sus costumbres, todas creadas para mantenerse a sí mismo y a sus
monjes cerca de lo que Dios manda.
Evangelio según San Mateo 9,32-38.
En cuanto se fueron los ciegos, le
presentaron a un mudo que estaba endemoniado.
El demonio fue expulsado y el mudo
comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: “Jamás se vio nada igual en
Israel”.
Pero los fariseos decían: “El expulsa
a los demonios por obra del Príncipe de los demonios”.
Jesús recorría todas las ciudades y
los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino
y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión,
porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: “La
cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los
sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.”
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