Evangelio según San Mateo 8,23-27.
Comentario por David Quiroa
“El viento y el mar le obedecen”
El pasaje de hoy, contado aisladamente,
podría ser parte de un relato mitológico griego, con marineros asustados y un
héroe salvándolos mágicamente. La diferencia entre nuestra fe y los relatos
mitológicos es que nadie se dejó matar por afirmar que Hércules era un ser real
y no una leyenda.
Los apóstoles y todos sus sucesores han
estado tan convencidos de la veracidad de su experiencia con Cristo que no les
importa dar su vida frente a quienes se oponen a sus creencias. Por eso sabemos
que lo que leemos en el Evangelio es real y no una epopeya ficticia.
Por eso sabemos que Jesús es Dios. No un
dios menor ni un héroe mitológico, sino el verdadero Dios. El único al que de
verdad hasta el viento y el mar le obedecen.
El ejemplo de hoy, mártires de Roma: Después del incendio de Roma, Nerón acusó a los
cristianos de cuanta calamidad sufría la ciudad. Si su creencia hubiera sido
falsa, les habría sido fácil salvar la vida. Por ser verdadera hoy somos
cristianos nosotros.
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Evangelio según San Mateo 8,23-27.
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron.
De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían
la barca. Mientras tanto, Jesús dormía.
Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: “¡Sálvanos,
Señor, nos hundimos!”.
El les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Y
levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma.
Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: “¿Quién es este, que
hasta el viento y el mar le obedecen?”.
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