jueves, 25 de junio de 2015

“Edificó su casa sobre roca” (Mt 7,21-29)

Evangelio según San Mateo 7,21-29.  
Comentario por David Quiroa

“Edificó su casa sobre roca”

El Evangelio no es ciencia, pero se le parece mucho en que todo lo que dice resulta siendo cierto tarde o temprano, año tras año desde hace dos mil años. Uno no puede encontrar las relaciones de causa y efecto y por eso no es algo científico, pero las consecuencias saltan a la vista.

El que se porta bien, aunque sufra, termina bien. El que se porta mal, aunque goce, termina mal. Lo vemos continuamente en el escenario político, en los vecinos, en los amigos y hasta en las personalidades del espectáculo.

A eso Jesús lo llama “edificar sobre roca”. Las leyes de Dios no cambian, son tan permanentes como las leyes científicas. A diferencia de la ciencia, Dios da oportunidad de arrepentirse. El que no la aprovecha, termina peor.


El ejemplo de hoy, San Guillermo Vercelli: Peregrino por muchos pueblos, cargado de cadenas por voluntad propia, gozó del favor del rey por su piedad. Decía que el hombre debía ganarse su sustento, pero dejar siempre tiempo para la oración con la que gana su salvación y la de los demás.
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Evangelio según San Mateo 7,21-29.

Jesús dijo a sus discípulos:

“No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?’.

Entonces yo les manifestaré: ‘Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal’.

Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.

Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.

Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.

Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande”.


Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.

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