lunes, 14 de abril de 2014

“¿Por qué no se vendió este perfume?” (Jn 12, 1-11.)

Evangelio según San Juan 12,1-11.
Comentario por David Quiroa


 “¿Por qué no se vendió este perfume?”

Estamos frente a uno de los pasajes que más controversia generan en el mundo. ¿Es lícito darse ciertos lujos? ¿No debería todo venderse para darles el dinero a los pobres?

Sin afán de zanjar el asunto, podemos observar algunos detalles: primero, que el perfume estaba destinado al Señor “para el día de su sepultura”. La hermana de Lázaro, que ya había visto resucitar a su hermano, entendía que Jesús no iba a morir para siempre ¿para qué reservar el perfume? Segundo, que Jesús no recibió el perfume como muestra de orgullo ni vanidad, sino con humildad, aceptando ser servido.

Y tercero, quizás más importante: el perfume fue entregado como ofrenda.  Quizás era lo más valioso que tenía y lo entregó a un amigo pobre que no podía darle más de lo que ya le había dado.

No es el lujo lo que Dios condena, sino la vanagloria, el orgullo, el rendirse al dinero como amo y no como herramienta de servicio. Nada de eso vemos aquí.

El ejemplo de hoy, San Valeriano: Convertido por amor a su esposa, convierte a su hermano e incluso intenta convertir a sus verdugos, quienes lo martirizaron por no renunciar a su fe.

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Evangelio según San Juan 12,1-11.

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado.

Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.

María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: "¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?".

Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.

Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre".

Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado.

Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.     

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