Evangelio según San Juan
13,21-33.36-38.
Comentario por David Quiroa
“Ninguno
comprendió”
Aquéllos doce hombres habían pasado
tres años con Jesús, escuchando su predicación y recibiendo explicaciones en
privado. Nadie estaría mejor preparado para lo que venía y sin embargo, no
comprendieron.
Nosotros, aún sabiendo qué pasó, no
alcanzamos a comprender por qué Jesús tuvo que morir y resucitar para el perdón
de nuestros pecados. Por eso lo llamamos
“un misterio”.
Esta semana contemplamos el misterio de
la pasión, muerte y resurrección de Jesús. En lugar de tratar de comprenderlo,
tratemos de abrazarlo y aceptarlo como un regalo.
El ejemplo de hoy, Santas Basilia y
Anastasia: Evangelizadas por San Pedro y San Pablo, resistieron
las más crueles torturas por su fe en Cristo.
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Evangelio según San Juan
13,21-33.36-38.
Jesús, estando en la mesa con sus
discípulos, se estremeció y manifestó claramente: “Les aseguro que uno de
ustedes me entregará”.
Los discípulos se miraban unos a otros,
no sabiendo a quién se refería.
Uno de ellos -el discípulo al que Jesús
amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús.
Simón Pedro le hizo una seña y le dijo:
“Pregúntale a quién se refiere”.
El se reclinó sobre Jesús y le
preguntó: “Señor, ¿quién es?”.
Jesús le respondió: “Es aquel al que
daré el bocado que voy a mojar en el plato”. Y mojando un bocado, se lo dio a
Judas, hijo de Simón Iscariote.
En cuanto recibió el bocado, Satanás
entró en él. Jesús le dijo entonces: “Realiza pronto lo que tienes que hacer”.
Pero ninguno de los comensales
comprendió por qué le decía esto.
Como Judas estaba encargado de la bolsa
común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: “Compra lo que hace falta
para la fiesta”, o bien que le mandaba dar algo a los pobres.
Y en seguida, después de recibir el
bocado, Judas salió. Ya era de noche.
Después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora
el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él.
Si Dios ha sido glorificado en él,
también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no
estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo
mismo que dije a los judíos: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’.
Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿adónde
vas?”.
Jesús le respondió: “A donde yo voy, tú
no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás”.
Pedro le preguntó: “¿Por qué no puedo
seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”.
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