miércoles, 13 de febrero de 2013


Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18
Comentario por: David Quiroa

“No hagan como los hipócritas”

La ceniza que nos ponemos hoy es un símbolo de penitencia.  Pero es sólo eso, un símbolo, no es la penitencia. 

Si nos ponemos la ceniza “como los hipócritas” sólo para que miren que cumplimos con la tradición, ya con eso tenemos nuestra recompensa y el Padre no nos dará nada más.

Si en cambio, lo hacemos de forma discreta,  sin que nadie lo note, y por dentro llevamos el auténtico arrepentimiento y el verdadero propósito de mejorar nuestra vida, el Padre que ve en lo secreto nos recompensará.

El ejemplo de hoy: Santas Fusca y Maura, mártires. Acusadas de ser cristianas, no pudieron apresarlas porque un ángel las protegía. Tuvieron que acudir voluntariamente al tribunal y sufrir el martirio sin  oponer resistencia.

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Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18

Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.

Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.

Cuando tu des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede  en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.

Tu en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para  que se note que ayunan.  Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.

Tu en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que el ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

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