jueves, 7 de febrero de 2013


Evangelio según San Marcos 6,7-13
Comentario por: David Quiroa

“Fueron a predicar, exhortando a la conversión” (Mc 6,7-13)

Usted y yo nos desnudamos ante Dios y decimos “yo soy bueno, ¿qué necesidad tengo de conversión? ¡Que se conviertan los malos, yo no!”.

Y claro que tenemos mucho mérito de no haber matado a nadie ni asaltado ningún banco, pero mientras andamos en este valle de lágrimas siempre tendremos alguna cosita que podemos hacer mejor.

Tampoco se trata de andar por allí dándose golpes de pecho como los hipócritas, sino con serenidad examinar nuestros defectos y decidir “hoy voy a enojarme menos”, “hoy tendré más fe”, “hoy voy a sonreírle a otra persona”. Al final, la vida del cristiano no es de grandes revelaciones y giros dramáticos, sino de pequeños cambios, uno a la vez.

El ejemplo de hoy: San Tobías. El autor del libro de Tobías, del Antiguo Testamento. Hombre bueno, modelo de padre y esposo, no se lamentaba de ninguno de sus problemas, sino solo de sus pecados.
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Evangelio según San Marcos 6,7-13

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos.

Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.

Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.  Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”

Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

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