miércoles, 6 de febrero de 2013


Evangelio según San Marcos 6,1-6
Comentario por: David Quiroa

“Se asombraba de su falta de fe” 

Y de la nuestra, ¿qué dirá el Señor?  Le cuesta tanto hacer milagros por aquí, “fuera de curar a unos pocos enfermos”, porque somos muy débiles en nuestra fe.

En aquéllos tiempos, le juzgaban a Jesús su pasado: su papá el carpintero, su mamá el ama de casa... Hoy le juzgamos a Jesús su futuro: Que por qué no viene, que si nos va a alcanzar este dinero, este petróleo, este oxígeno para tantísima gente...

Es cierto que cuesta mucho tener fe en un mundo  incierto, pero Jesús sólo nos ofrece la cruz y el pan de cada día. ¿No es eso lo que llevamos? Entonces, ¿por qué no creemos en Él?

El ejemplo de hoy: San Pablo Miki y compañeros mártires. Sufrieron persecución y martirio en Japón, y murieron perdonando a sus verdugos, clavados en cruces por ser cristianos, agradecidos de morir como el Señor.

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Evangelio según San Marcos 6,1-6

Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.  Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?

¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?”.  Y Jesús era para ellos motivo de tropiezo. 

Por eso les dijo: “Un profeta es despreciado  solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”.

Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.

Y él se asombraba de su falta de fe.  Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente. 

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