viernes, 1 de febrero de 2013


Evangelio según San Marcos 4,26-34
Comentario por: David Quiroa

“La semilla germina sin que sepa cómo”

Relacionamos el Evangelio de hoy con el de ayer. Ayer, la semilla era la Palabra de Dios y hoy esa semilla germina sin que sepamos cómo.

Así ocurre con lo que vamos aprendiendo de Dios a lo largo de la vida. A veces en la infancia escuchamos algo y sólo lo aplicamos cuando ya somos viejos. A veces nos proponemos ser mejores y sólo lo logramos después de muchos años de esfuerzo y oscuridad.

No hay que desesperar si no vemos frutos inmediatos de Dios. El sabe cuándo es tiempo de la cosecha.  Lo nuestro es esperar pacientemente, guardar esas semillas en el corazón y estar dispuestos a dar fruto en cualquier momento.

El ejemplo de hoy: Santa Brígida de Irlanda. Hija de un jefe y una sirvienta, Brígida destacó por su caridad con los pobres.
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Evangelio según San Marcos 4,26-34

Y decía: “El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.

La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. 

Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha”.

También decía: “¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para  representarlo?  Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de  todas las semillas de la tierra, pero una vez sembrada, crece y llega a ser la más grade de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra”.

Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.  No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

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