Evangelio
según San Lucas 4,21-30
Comentario por: David Quiroa
“Había
muchas viudas en Israel”
Siempre nos
preguntamos por qué Dios no nos hace el milagro que le pedimos. ¿Tiene acaso
algo contra nosotros? ¿Nos portamos demasiado mal? ¿Quiere que le demos algo a
cambio?
Para
nosotros, el plan de Dios es un misterio. El nos mira a todos, escucha todas
nuestras oraciones, y decide dónde el milagro tendrá mayores frutos conforme a
Su plan. No es que desprecie nuestras súplicas, es que Él sabe mejor lo que nos
conviene, aunque eso nos enfurezca contra Él
El ejemplo
de hoy: San Oscar. Misionero,
quien a pesar de todos los milagros que se hacían por su intercesión decía que “el
mayor milagro que puede hacer Dios es convertirme en un hombre bueno”.
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Evangelio
según San Lucas 4,21-30
Entonces
comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de
oír”.
Todos daban
testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de
gracia que salían de su boca. Y decían “¿No es este el hijo de José?”
Pero él les
respondió: “Sin duda ustedes me citarán
el refrán ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Realiza también aquí, en tu patria, todo
lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún”.
Después
agregó: “Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro
que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres
años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el
país. Sin embargo, a ninguna de ellas
fue enviado Elías, sino a la viuda de Serepta, en el país de Sidón.
También
había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno
de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio”.
Al oír
estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y,
levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina
sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús,
pasando en medio de ellos, continuó su camino.
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