Evangelio
según San Marcos 4,1-20
Comentario por: David Quiroa
“Enseñaba
por medio de parábolas”
Dios se hizo
hombre para que pudiéramos entenderlo. Es muy difícil entender el infinito y la
eternidad, pero es fácil entender a un hombre, nacido de mujer, hijo de Dios.
Hoy nos habla
de una Palabra que se lanza al aire, y que sólo los que realmente la quieren pueden
recibirla y hacerla crecer. Eso no nos
quita la obligación de seguirla lanzando, no es nuestra tarea decidir quién la
recibe y quién no, sólo lanzarla.
Y así
lanzamos al aire hoy este mensaje: Pórtense
bien, que el Reino está allí nomás. El que quiera, lo encuentra.
El ejemplo
de hoy: San Mutien Marie Wiaux (se
pronuncia mucién-marí-vió). Profesor de música, no hizo nada sorprendente,
excepto combinar su trabajo con un rezo permanente, en especial a la Virgen. “Oraba
siempre y en todas partes”.
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Evangelio
según San Marcos 4,1-20
Jesús comenzó
a enseñar de nuevo a orillas del mar.
Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una
barca dentro del mar, y sentarse en
ella. Mientras tanto, la multitud estaba
en la orilla.
El les
enseñaba muchas cosas por medio de parábolas,
y esto era lo que les enseñaba:
“¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al
borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no
tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero
cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre
espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron
fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya
el sesenta, ya el ciento por uno”.
Y decía: “¡El
que tenga oídos para oír, que oiga!”.
Cuando se
quedó solo, los que estaban alrededor de él junto a los Doce, le preguntaban el
sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: “A ustedes se les ha confiado el misterio
del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de
que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen
el perdón”.
Jesús les
dijo: “¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las
demás?
El
sembrador siembra la Palabra. Los que
están al borde del camino, son aquéllos en quienes se siembra la Palabra; pero,
apenas la escuchan, viene Satanás y se
lleva la semilla sembrada en ellos.
Igualmente,
los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la
Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son
inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación ola persecución a causa de
la Palabra, inmediatamente sucumben.
Hay otros
que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra,
pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás
deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa.
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