lunes, 28 de enero de 2013


Evangelio según San Marcos 3,22-30
Comentario por: David Quiroa

“Una familia dividida tampoco puede subsistir” 

Cuando logran hacer un gran asalto a un banco, siempre dicen que “hubo trabajo interno”, es decir, que alguien del banco estaba asociado con los  asaltantes.  Es lo mismo con la familia: cuando se destruye, es porque alguien de adentro está deseando que se destruya.

Pasa también lo mismo con nuestra alma.  Cuando estamos preparados y fuertes, conscientes de nuestras debilidades y fortalezas, el pecado no nos puede ganar. Pero cuando en el fondo deseamos hacer el mal,  no necesitamos tentaciones para hacerlo.

El pecado imperdonable: No se puede perdonar la blasfemia contra el Espíritu Santo, porque tal blasfemia es negar que existe el perdón.  Si uno no quiere ser perdonado, nunca será perdonado.

El ejemplo de hoy: Santo Tomás de Aquino. Estudió profundamente la filosofía griega, para encontrar en ella lo bueno y descartar lo malo.

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Evangelio según San Marcos 3,22-30

Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: “Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios  por el poder del Príncipe de los Demonios”.

Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: “¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás?  Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir.  Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo,  ya no puede subsistir, sino que ha llegado su fin.

Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.  Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran.  Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre”.

Jesús les dijo esto porque ellos decían: “Está poseído por un espíritu impuro”.

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