domingo, 27 de enero de 2013


Evangelio según San Lucas 1,1-4.4,14-21
Comentario por: David Quiroa


“La solidez de las enseñanzas” 

Dios nunca se contradice. Jesús nos muestra de manera directa la forma correcta de leer la Biblia: contrastando un pasaje con otro, viendo cómo todo tiene relación.

Por supuesto, aunque la Biblia sea infalible, los escritores bíblicos son humanos y escriben desde su punto de vista. Hay que pasar por alto pequeños errores, fruto de la subjetividad o del excesivo entusiasmo del escritor.

Porque las cosas importantes siempre permanecen: hay que obedecer los mandamientos, Dios es amor,  Jesús es su Hijo, que murió y resucitó por el perdón de nuestros pecados. Todo gira en torno a unas pocas verdades que nunca cambian.

El ejemplo de hoy: Santa Ángela Merici. Dedicada en su propio pueblo a la enseñanza del catecismo, formó la primera congregación de mujeres maestras,  las ursulinas. Algunos de sus sistemas de enseñanza siguen vigentes 500 años más tarde.

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Evangelio según San Lucas 1,1-4.4,14-21

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.  Por eso, después de  informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.

Jesús volvió de Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.

Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación de los cautivos, a dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.

Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.  Entonces comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.

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