sábado, 19 de enero de 2013


Evangelio según San Marcos 2,13-17
Comentario por: David Quiroa

“¿Por qué come con publicanos y pecadores?” 

Como nos encanta el chisme, todos los días nos encontramos con alguien que es “tan religioso... ¡y vieran lo que hizo!”. Apenas anteayer alguien me decía “no sé de qué tanto te confiesas, no creo que tengas muchos pecados”. ¡Ay Dios, si supiera!

Cristo vino precisamente para curarnos a nosotros, los enfermos; no para rodearse de la élite de la sociedad.  La única diferencia entre los que tratamos de seguirlo y los peores delincuentes es que nosotros intentamos ser cada día mejores, nos duelen nuestros pecados  y los rechazamos cada vez que los cometemos.

Pero eso no significa que seamos santos. Somos pecadores que comemos con el Señor, no por nuestros méritos, sino sólo por su infinita Gracia.

El ejemplo de hoy: San Canuto. Rey de Dinamarca en tiempos de barbarie, fue conquistador y guerrero, y en tiempos de paz procuraba el bienestar de su pueblo, especialmente de los más pobres.
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Evangelio según San Marcos 2,13-17

Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí y él les enseñaba.

Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”.  El se levantó y lo siguió.

Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían.

Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: “¿Por qué come con publicanos
y pecadores?”

Jesús, que había oído, les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.  Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

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