Evangelio según San
Marcos 1,29-39
Comentario por: David Quiroa
“La ciudad entera delante
de su puerta”
Nosotros
nos parecemos mucho a aquéllos galileos
de hace 20 siglos. Cuando tenemos necesidad,
una enfermedad o el tormento de un demonio, hacemos fila frente a la puerta del
Señor pidiéndole que nos cure.
Pero en
cuanto se acaban los milagros, lo dejamos partir.
Y es
cierto que Jesús nos recibe siempre, pero en el proceso nos perdemos de la
parte buena de estar con Él. Esa búsqueda del Señor sólo por interés nos deja
estancados en el mismo lugar, hasta que llega la siguiente enfermedad. Hay que hacer
como los discípulos, que lo buscan en la oración y lo siguen a donde quiera que
vayan.
El
ejemplo de hoy: San Marcelo, Papa. Elegido en tiempos de
persecución, es culpado de las revueltas civiles y expulsado de Roma, pero se mantiene
fiel a su misión.
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Evangelio según San
Marcos 1,21b-28
Cuando salió de la sinagoga,
fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en
cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. El se acercó, la tomó de la mano
y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo
más fiebre y se puso a servirlos.
Al atardecer, después de
ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera
se reunió delante de la puerta.
Jesús curó a muchos
enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios, pero a
estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.
Por la mañana, antes que
amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando.
Simón salió a buscarlo con
sus compañeros, y cuando lo encontraron le dijeron: “Todos te andan buscando”. El
les respondió: “Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones
vecinas, porque para eso he salido”.
Y fue predicando en las
sinagogas de toda Galilea y expulsando demonios.
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