miércoles, 16 de enero de 2013


Evangelio según San Marcos 1,29-39
Comentario por: David Quiroa

“La ciudad entera delante de su puerta” 

Nosotros nos parecemos mucho a aquéllos  galileos de hace 20 siglos.  Cuando tenemos necesidad, una enfermedad o el tormento de un demonio, hacemos fila frente a la puerta del Señor pidiéndole que nos cure. 

Pero en cuanto se acaban los milagros, lo dejamos partir. 

Y es cierto que Jesús nos recibe siempre, pero en el proceso nos perdemos de la parte buena de estar con Él. Esa búsqueda del Señor sólo por interés nos deja estancados en el mismo lugar, hasta que llega la siguiente enfermedad. Hay que hacer como los discípulos, que lo buscan en la oración y lo siguen a donde quiera que vayan.

El ejemplo de hoy: San Marcelo, Papa. Elegido en tiempos de persecución, es culpado de las revueltas civiles y expulsado de Roma, pero se mantiene fiel a su misión.

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Evangelio según San Marcos 1,21b-28

Cuando salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar.  Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.

Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta.
Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios, pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.
Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando.

Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron le dijeron: “Todos te andan buscando”. El les respondió: “Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido”.

Y fue predicando en las sinagogas de toda Galilea y expulsando demonios.

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