Evangelio según San Marcos 6,45-52
Comentario por: David Quiroa
“Al ver que remaban penosamente fue
hacia ellos” (Mc 6,45-52)
“...e hizo como si pasara de largo”.
¿Quién no ha vivido esa
situación? Está metido en graves dificultades, clama al cielo
y ve venir a Jesús... pero se pasa de largo.
¿Acaso el Señor está bromeando? ¿No se da cuenta de lo
mal que lo estoy pasando y se aleja?
Pues no. Para empezar, fue El quien se acercó primero, porque conoce nuestras
dificultades. Hace como que se pasa de largo, para
ver si lo reconocemos o lo confundimos con un
fantasma. Es hasta que lo invitamos a “subir a
nuestra barca”, a compartir con nosotros las penas y
dificultades, que hace el milagro de calmar la
tempestad.
Como los discípulos, nosotros tampoco
entendemos el milagro de los panes. Es hasta
después que renunciamos a nuestro último bocado
que Jesús multiplica la comida y sobran doce
canastas. Antes de eso, solo gritamos, estamos
ciegos y sobresaltados.
El ejemplo de hoy: San
Eulogio. Decía “si quieres que tu oración vuele hacia Dios, ponle dos alas: el ayuno y la limosna”. Eso es sacrificar lo poco que queda, para hacer la obra de Dios.
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Evangelio según San Marcos 6,45-52
En seguida, Jesús obligó a sus
discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran
en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él
despedía a la multitud.
Una vez que los despidió, se retiró a
la montaña para orar. Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en
tierra.
Al ver que remaban muy penosamente,
porque tenían viento en contra, cerca de la
madrugada fue hacia ellos caminando sobre el
mar, e hizo como si pasara de largo.
Ellos, al verlo caminar sobre el mar,
pensaron que era un fantasma y se pusieron a
gritar, porque todos lo habían visto y estaban
sobresaltados.
Pero él les habló enseguida y les
dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.
Luego subió a la barca con ellos y el
viento se calmó. Así llegaron al colmo de su
estupor, porque no habían comprendido el
milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.
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