miércoles, 9 de enero de 2013


Evangelio según San Marcos 6,45-52
Comentario por: David Quiroa

“Al ver que remaban penosamente fue hacia ellos” (Mc 6,45-52)

“...e hizo como si pasara de largo”.

¿Quién no ha vivido esa situación?  Está metido en graves dificultades, clama al cielo y ve venir a Jesús... pero se pasa de largo. ¿Acaso el Señor está bromeando? ¿No se da cuenta de lo mal que lo estoy pasando y se aleja? 

Pues no.  Para empezar, fue El quien se acercó primero, porque conoce nuestras dificultades. Hace como que se pasa de largo, para ver si lo reconocemos o lo confundimos con un fantasma. Es hasta que lo invitamos a “subir a nuestra barca”, a compartir con nosotros las penas y dificultades, que hace el milagro de calmar la tempestad.

Como los discípulos, nosotros tampoco entendemos el milagro de los panes. Es hasta después que renunciamos a nuestro último bocado que Jesús multiplica la comida y sobran doce canastas. Antes de eso, solo gritamos, estamos ciegos y sobresaltados.

El ejemplo de hoy: San Eulogio. Decía “si quieres que tu oración vuele hacia Dios, ponle dos alas: el ayuno y la limosna”. Eso es sacrificar lo poco que queda, para hacer la obra de Dios.

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Evangelio según San Marcos 6,45-52

En seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud.

Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.  Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra.

Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.

Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados.
Pero él les habló enseguida y les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.

Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor, porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.

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