Evangelio
según San Lucas 14,15-24.
Comentario por: David Quiroa
Comentario por: David Quiroa
“Todos, sin excepción, empezaron a excusarse”
(Lc 14, 15-24.)
Salga usted a
la calle, pregunte quién quiere vivir eternamente, sin hambre, dolor ni
necesidad, y todos le dirán que sí. Luego dígales lo que tienen que
hacer para lograrlo, y le lloverán las excusas. “Es que no puedo”,
“es que mi trabajo”, “es que muy aburrido”.
Por eso el
Señor sale a llamar a los que no estaban predestinados a llegar al cielo. A los
cojos del alma, a los pecadores, a los que ya no tienen esperanza en este
mundo. Y usted mira las iglesias llenas de gente pecadora, inculta, “inadecuada”
si usted quiere. Pero, ¿qué hacemos? El banquete está servido, y la gente lo
desprecia.
Que al menos
a nosotros una yunta de bueyes o un trabajo bien pagado no nos haga
despreciar el banquete del Reino de Dios.
El ejemplo de hoy: San Leonardo Noblac. Aprovechó su posición política para
liberar muchos prisioneros, varios de los cuales más tarde pasaron a
formar parte de sus monasterios.
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Evangelio
según San Lucas 14,15-24.
Al oír estas palabras, uno de los
invitados le dijo: “¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!”.
Jesús le respondió: “Un hombre preparó
un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su
sirviente que dijera a los invitados: ‘Vengan, todo está preparado’. Pero
todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘Acabo de
comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes’. El
segundo dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego
me disculpes’. Y un tercero respondió: ‘Acabo de casarme y por esa razón
no puedo ir’.
A su regreso, el sirviente contó todo
esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: ‘Recorre en seguida las
plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a
los ciegos y a los paralíticos’. Volvió el sirviente y dijo: ‘Señor, tus
órdenes se han cumplido y aún sobra lugar’.
El señor le respondió: ‘Ve a los caminos
y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que
se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron
invitados ha de probar mi cena’”.
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