domingo, 11 de noviembre de 2012


Evangelio según San Marcos 12,38-44. 
Comentario por: David Quiroa

Esta pobre viuda ha puesto más
                                                                                              
La caridad no es cuestión de números, sino de la entrega de sí mismo para los demás.  Está bien que los ricos den mucho dinero, pero no está bien que lo hagan solo para hacerse publicidad a ellos mismos.

Lo realmente valioso es la entrega de lo que somos, lo que mejor sabemos hacer en beneficio de los demás. Jesús no vino a entregar toneladas de oro, aunque podría haberlo hecho. Vino a entregarse a sí mismo, y aún hoy sigue dándose entero, en TODO su cuerpo, sangre, alma y divinidad.

Cuando nosotros damos, ¿estamos dando las sobras, o estamos dando todo?

El ejemplo de hoy: San Martín de Tours.  Como obispo, ordenó a los monjes ser misioneros, y siempre iba él por delante, siempre de viaje, anunciando el Evangelio.

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Evangelio según San Marcos 12,38-44. 

Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas  y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad".

Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir". 

Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero”.

Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. El les dijo: “Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios.

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