miércoles, 14 de noviembre de 2012


Evangelio según San Lucas 17,11-19. 
Comentario por: David Quiroa

Los otros nueve, ¿dónde están?” 
                                                                                               
Jesús cura a diez leprosos, y sólo uno le da las gracias a Dios.  Es la misma historia que pasa todos los días.  El Señor derrama  bendiciones sobre todos, y ¿cuántos le dan las gracias?

En verdad, “es nuestro deber y salvación darte gracias siempre Señor”. ¿Acaso no lo oímos en la Misa cada domingo? “Siempre” no quiere decir una vez al año, ni cada vez que salimos con vida de un asalto. “Siempre” es siempre. 

Nosotros no sabemos de cuántos males nos libra el Señor, y raras veces notamos que cada pan de comemos es una gracia divina. Dar gracias siempre y en todo lugar es un signo de fe y la fe es la que nos cura.

El ejemplo de hoy: San Cuneo y compañeros mártires. Abandonaron la relativa comodidad del monasterio para salir a predicar y fueron martirizados.

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Evangelio según San Lucas 17,11-19. 

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea.
Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!”. 

Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Y en el camino quedaron purificados.

Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.

Jesús le dijo entonces: “¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?”.

Y agregó: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”.

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