lunes, 22 de octubre de 2012



Evangelio según San Lucas 12,13-21. 
Comentario por: David Quiroa

“¿Quién me ha constituido árbitro entre ustedes?”
                                                                                              
Una de nuestras oraciones más frecuentes, y  que menos recibe respuesta, es la que dice “quítale a aquél para darme a mí”.  

El Señor no vino al mundo a arreglar pleitos entre nosotros, esos sólo se arreglan por medio de la generosidad mutua.  Jesús vino a mostrarnos el camino hacia la vida eterna, y ese no pasa por la acumulación de riquezas ni por las ganancias personales.

Uno podrá sentirse muy feliz de “ganarle” los pleitos a los otros, de tener más negocios y más dinero que los demás, pero todo eso no sirve para nada, si no se aprovecha para guardar bienes en la vida eterna.

El ejemplo de hoy: Santa María Salomé. Madre de los apóstoles Santiago y Juan, escuchó al Señor, estuvo al pie de la cruz y fue de las primeras en verlo resucitado.

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Evangelio según San Lucas 12,13-21. 

Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”.

Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”.  Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”. 

Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’. Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’.

Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”.

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