Evangelio según
San Lucas 10,1-9.
Comentario por: David Quiroa
“La cosecha es abundante”
El Señor lo dijo hace 2000 años, han
pasado hambres, guerras, épocas doradas y crisis económicas, y la cosecha sigue
siendo abundante y los trabajadores pocos. ¿Por qué?
Obviamente, Dios sabe lo que hace.
Pero también porque las condiciones de trabajo que Cristo pone no son
normales. En cualquier trabajo uno espera que haya poca competencia; en
este uno quisiera que todo el mundo ayudara. Cualquier trabajo ofrece lujos,
este ofrece paz.
No todo el mundo puede vivir de predicar
el Evangelio, pero todos podemos aprender de este estilo de
vida. Mientras aceptemos comer lo que hay, desear la paz y no competir, siempre
habrá abundante trabajo para todos.
El ejemplo de hoy: San Lucas, evangelista. Vivió, escribió y predicó a la sombra de
San Pablo, sin querer ser más, sólo deseando
llevar el Evangelio a los no judíos, como él.
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Evangelio según San Lucas 10,1-9.
Después de esto, el Señor designó a
otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas
las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: “La cosecha es abundante,
pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe
trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio
de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: ‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: ‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’.
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