miércoles, 17 de octubre de 2012



Evangelio según San Lucas 11,42-46. 
Comentario por: David Quiroa

“¡Ay de ustedes, fariseos!” (Lc 11,42-46.)
                                                                                              
Dos cosas malas hacen los fariseos: Una, fingir lo que no realmente no sienten y la otra, imponerles esa carga a otras personas.

Cada uno lleva en su alma su propio peso y uno nunca sabe si lo que le va a imponer a otro es excesivo.  Por eso, en materia de fe, uno no debe imponer, sino recomendar y ayudar.  Cada quién sabe hasta dónde aguanta.

Y  lo peor de fingir lo que no se siente, es que ese juicio externo pasa al interior, y termina uno  deprimido, porque sabe que está haciendo mal.  Hay que ser caritativo con otros, pero también  con uno mismo.

El ejemplo de hoy: San Ignacio de Antioquía. Acepta la vida y la muerte (el martirio) con la  misma naturalidad, pues para él ambos son regalos de Dios.
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Evangelio según San Lucas 11,42-46. 

Pero ¡ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.

¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas!

¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!”.

Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: “Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros”.

El le respondió: “¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo! 

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