martes, 16 de octubre de 2012


Evangelio según San Lucas 11,37-41. 
Comentario por: David Quiroa

“¡Así son ustedes, los fariseos!”
                                                                                              
Fariseos siguen habiendo, pero ahora son  diferentes:  son los que se entretienen mucho con los signos externos de la devoción y la liturgia, pero se les olvida la limpieza interior, el arrepentimiento, la confesión y la conversión.

Andan por allí algunos devotos que dicen que la Comunión debería recibirse de rodillas. Está muy bien, el Papa lo aprueba y así la distribuye. Pero a muchos de esos se les olvida confesarse antes de comulgar, gozan difamando a sus semejantes y disfrutan encontrándole defectos a los sacerdotes y los obispos.

¡Esos son fariseos! Y luego se enojan si les llaman fundamentalistas y sepulcros blanqueados por el sol. El verdadero fiel no se nota, porque lleva la fidelidad por dentro. Y no es que esté mal lo de afuera, solo es que resulta ser lo menos importante.

El ejemplo de hoy: Santa Margarita María Alacoque. De joven le costaba mucho la oración, pero se puso a la tarea y Dios la recompensó mostrándole el Sagrado Corazón de Jesús y gracias a ella se instituyó esta devoción.

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Evangelio según San Lucas 11,37-41. 

Cuando terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer. 

Pero el Señor le dijo: “¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?  Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro. 

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