Evangelio según
San Lucas 11,37-41.
Comentario por: David Quiroa
“¡Así son ustedes, los fariseos!”
Fariseos siguen habiendo, pero ahora
son diferentes: son los que se entretienen mucho con los signos
externos de la devoción y la liturgia, pero se les olvida la limpieza interior,
el arrepentimiento, la confesión y la conversión.
Andan por allí algunos devotos que dicen
que la Comunión debería recibirse de rodillas. Está muy bien, el Papa lo
aprueba y así la distribuye. Pero a muchos de esos se les olvida
confesarse antes de comulgar, gozan difamando a sus semejantes y disfrutan
encontrándole defectos a los sacerdotes y los obispos.
¡Esos son fariseos! Y luego se enojan si
les llaman fundamentalistas y sepulcros blanqueados por el sol. El verdadero
fiel no se nota, porque lleva la fidelidad por dentro. Y no es que esté mal lo
de afuera, solo es que resulta ser lo menos importante.
El ejemplo de hoy: Santa Margarita María Alacoque. De joven
le costaba mucho la oración, pero se puso a la tarea y Dios la
recompensó mostrándole el Sagrado Corazón de Jesús y gracias a ella se
instituyó esta devoción.
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Evangelio
según San Lucas 11,37-41.
Cuando terminó de hablar, un fariseo lo
invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo se
extrañó de que no se lavara antes de comer.
Pero el Señor le dijo: “¡Así son
ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro
están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo de
afuera, ¿no hizo también lo de adentro? Den más bien como limosna lo que
tienen y todo será puro.
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