domingo, 16 de septiembre de 2012


Evangelio según San Marcos 8,27-35. 
Comentario por: David Quiroa

“¿Quién dicen que soy yo?” (Mc 8,27-35.)
                                                                                            
¿Quién es Jesús?  ¿Es el “chico bueno” de la película? ¿El de las canciones melosas? ¿O acaso Jesús es el vigilante furioso que anda buscando a quién castigar?

“Tu eres el Mesías”, dijo Pedro.  El que  vino a morir para salvarnos, para enseñarnos que la vida no se acaba con la muerte. Jesús no encaja en una descripción simple, no se limita a un cuadro, una frase o una calcomanía.

Jesús es vida.  Y siendo vida, hay que vivirlo, aprenderlo, y seguirlo hasta el final. 

El ejemplo de hoy: San Cipriano. Hombre de gran sabiduría y bondad, que al verlo la gente no sabía si quererlo o venerarlo.

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Evangelio según San Marcos 8,27-35. 

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas”. 
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”.
Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”.

Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.  Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días;  y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.  Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.

Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará. 

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