jueves, 6 de septiembre de 2012


Evangelio según San Lucas 5,1-11. 

Comentario por: David Quiroa

“Aléjate de mí Señor”

Hay veces que Dios no nos hace caso.  Son esas veces que actuamos por temor, porque nos creemos indignos de Su amor y comprensión.  Simón Pedro no era nadie especial, un obrero, un pescador y tal vez ni siquiera muy bueno.  Y por sus mismas palabras, sabemos que era un pecador.

¿Qué vio en él Jesús para hacerlo “pescador de hombres”?  Poco, pero suficiente: Lo dejó subir a su barca, lo alejó de la orilla para que pudiera seguir predicando.  Y luego, contra todas las apuestas, lo obedeció.

Esas pequeñísimas disposiciones hicieron de Simón la piedra sobre la que el Señor construyó Su Iglesia.  ¿Qué no podrá hacer con nosotros que lo amamos y estamos dispuestos a seguirlo para siempre?

El ejemplo de hoySan Zacarías, padre de San Juan Bautista, esposo de Santa Isabel. Dice de ellos el Evangelio: "Los dos  llevaban una vida santa, eran justos ante Dios, y observaban con exactitud todos los  mandamientos y preceptos del Señor"

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Evangelio según San Lucas 5,1-11. 

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.

Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.  Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes".

Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes".

Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador".

El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". 

Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. 

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