Evangelio
según San Lucas 5,1-11.
Comentario por: David Quiroa
“Aléjate de mí Señor”
Hay veces que Dios no nos hace
caso. Son esas veces que actuamos por
temor, porque nos creemos indignos de Su amor y comprensión. Simón Pedro no era nadie especial, un obrero,
un pescador y tal vez ni siquiera muy bueno.
Y por sus mismas palabras, sabemos que era un pecador.
¿Qué vio en él Jesús para hacerlo “pescador
de hombres”? Poco, pero suficiente: Lo
dejó subir a su barca, lo alejó de la orilla para que pudiera seguir
predicando. Y luego, contra todas las
apuestas, lo obedeció.
Esas pequeñísimas disposiciones hicieron
de Simón la piedra sobre la que el Señor construyó Su Iglesia. ¿Qué no podrá hacer con nosotros que lo
amamos y estamos dispuestos a seguirlo para siempre?
El ejemplo de hoy: San Zacarías, padre de San Juan Bautista, esposo de Santa
Isabel. Dice de ellos el Evangelio: "Los dos llevaban una vida
santa, eran justos ante Dios, y observaban con exactitud todos los
mandamientos y preceptos del Señor"
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Evangelio según San Lucas 5,1-11.
En una oportunidad, la multitud se
amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de
pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a
la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.
Jesús subió a una de las barcas,
que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se
sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar,
dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes".
Simón le respondió: "Maestro,
hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices,
echaré las redes".
Así lo hicieron, y sacaron tal
cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces
hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos.
Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al
ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de
mí, Señor, porque soy un pecador".
El temor se había apoderado de él
y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y
lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.
Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de
hombres".
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
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