viernes, 7 de septiembre de 2012


Evangelio según San Lucas 5,33-39. 

Comentario por: David Quiroa

“Entonces tendrán que ayunar”

La vida de ahora es demasiado fácil. Todo está al alcance de un teléfono, y lo que no podemos conseguir con un plástico es porque  no vale la pena conseguirlo.

Pero eso es sólo para quien no se da cuenta que le hace falta “el Esposo”, Nuestro Señor Jesucristo en su vida.  Para eso, llega el momento del ayuno y  la oración.  De hacer un sacrificio un poco más grande que levantarse los domingos para ir a Misa.

Esas privaciones, que ya estaban contempladas en el Antiguo Testamento, nos ayudan a acercarnos al Señor y escuchar Su Palabra. No por Él, que no necesita sacrificios. Sino por nosotros, para limpiarnos la mente del “fast food” intelectual y profundizar realmente en lo que Dios quiere de nosotros.

El ejemplo de hoySan Clodoaldo. Para evitar problemas de herencia con sus tíos, renunció a todo y pasó su vida en un monasterio.

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Evangelio según San Lucas 5,33-39. 

Luego le dijeron: “Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben”. 

Jesús les contestó: “¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar”.

Les hizo además esta comparación: “Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. ¡A vino nuevo, odres nuevos!
Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor”. 

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